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Sor María que no estás en los cielos - Miracle!

PROPUESTAS PARA ACABAR “DECOROSAMENTE” CON UN ESCÁNDALO

Una historia breve de Ciencia-ficción

Nos desayunamos con la reciente, inesperada y siempre intempestiva muerte de Sor María, la principal imputada en el escandaloso caso de los bebés robados. Según la Comunidad del Convento de las Hijas de la Caridad, la monja, de 87 años y aquejada de achaques diversos, falleció hace unos días después de haber dejado plantado al juzgado en su última citación judicial.

Hasta aquí bien. Podría ser cierto. Quizás hasta sea cierto, pero la ciencia ficción nos abre diferentes posibilidades. Tal vez Iker Jiménez –o alguno de sus nietos- estudie el caso, algún día, tratando de esclarecer la desaparición de esta “chupacabras” hispánica, sombra terrible y alargada de los estertores de la dictadura española.

Sor María, según la Cadena Ser, falleció el pasado martes 22 de Enero y fue enterrada el miércoles 23. Punto y final. ¿Cómo murió? ¿Dónde murió? ¿Quién certificó el fallecimiento? ¿Dónde la enterraron? Los interrogantes quedan en el aire. La verdad divina es así de “transparente”. La Comunidad dice que se ha muerto y se acabó. La mentira repetida mil veces se convierte en verdad.

¿Mentira?. Depende. Podría no haber fallecido, pero sí haber muerto. Podría haberse simulado su fallecimiento, haber muerto administrativamente, haber dejado de ser María Gómez Valbuena para convertirse sencillamente en Sor Caridad o Sor Custodio, una anciana monja venida de la Casa de Extremadura, o de Valencia, a vivir un retiro de silencio y soledad en cualquier otra Casa de la Comunidad. Punto final.

Esta posibilidad nos abriría alguna otra solución. Rocambolesca, pero no inédita para comunidades religiosas ancladas más en la Prehistoria que en el mundo moderno. Comunidades que ocultaban a las hijas inopinadamente embarazadas de la nobleza española y que, de forma silenciosa, se agarraban a los votos de la Congregación para mayor deleite de Dios y de sus afligidos padres. El bebé nacía intramuros, o se practicaba el oportuno aborto y todo quedaba en "paz” en la Casa del Señor. Pruebas arqueológicas de enterramientos de nonatos en patios y jardines de conventos no han faltado jamás en España. La pureza de Sangre, a veces, se depuraba a golpe de letra bancaria de la época y a cambio de una novicia de buena cuna y de una cantidad nada desdeñable de maravedíes, la mácula se anulaba de la Ejecutoria de Hidalguía.

España, lejos de cambiar, camina hacia el abismo del pasado. Es incontestable. Vuelven los tiempos con olor a cera, beatas dominicales y jaculatorias por doquier. Vuelven los tiempos de los Virreyes, de las divisiones, de los aquelarres públicos y del asalto a la razón y a la legalidad. Las leyes se han trocado en una goma elástica capaz de elongarse ad infinitum a placer de los jueces y de los cada vez más oscuros designios del poder Legislativo, dimanado, sin razón, del propio Ejecutivo de turno (o turnista, que viene a ser lo mismo)

Dejemos abierta la posibilidad de una ancianita monja, a la que como máximo le podrían quedar diez años de vida y que actuó en beneficio del poder, de los poderosos y de los designios de una Iglesia que ha tratado siempre de hacer en la Tierra lo que al del Cielo le salía de las mismísimas gónadas. Advertida la inexistencia de lo divino, incluso advertida la propia fatuidad de lo celeste, los fallos de Dios los corrige la curía en lo terrestre.

Imaginemos a Sor Caridad –también llamada Sor María- “purgando” en el silencio de su celda, pecados que para ella no lo fueron y, por ello, muerta –que no fallecida- a los ojos de la sociedad y la justicia. Un mortal de la calle no podría hacer eso. Pero para Dios no hay misterios ni caminos imposibles. Hágase el milagro, aunque lo haga el Diablo.

ESTE POST NO CONTIENE IMÁGENES. NO HEMOS PODIDO ENCONTRAR EN EL CIELO A LA DIFUNTA. LO SENTIMOS

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