La ciudad fantasma (borrachera del ladrillo) -The ghost-city (brick drunkenness)
Después de la borrachera siempre llegan los tristes efectos de la resaca. Este momento afecta al propio borrachín en forma de dolor de cabeza y a todo cuanto le rodea en forma de despojos e inmundicias.
Madrid está de resaca. España entera lo está. Tras la borrachera del ladrillo llega el lamentable espectáculo de la desolación. Campos cubiertos de escombros, edificios a medio construir y estúpidas urbanizaciones en las que falta la esencia insustituible de las viviendas. Desolados paisajes de viales, farolas y señalizaciones que esperan, con ánimo, la llegada de tiempos mejores (como si fuesen a llegar por el mero hecho de esperarlos).
La no-ciudad desolada
Esta es la vieja mesa del ausente; esa donde se guarda celosamente un servicio para quien ya no ha de volver nunca; y se hace por la mera quimera de que en la espera estará el milagro del regreso.
Me atrevo a aventurar que en el próximo quinquenio asistiremos al deterioro no reversible de todas estas infraestructuras faraónicas. También en el Egipto milenario quedaron pirámides a medio construir, esperando la llegada de unos faraones que jamás volvieron; aguardando la llegada de un inquilino que ni estaba ni se le esperaba.
La ciudad fantasma crece por el septentrión de Madrid