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El calor de la ciencia -Science heat

En los años dedicados a la ciencia, uno recibía y leía -mejor que peor- la prestigiosa revista Science editada por la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias. Eran años de bonanza espiritual, cultural y económica.

Como sucede con otras tantas cosas que acompañan, de forma accesoria, nuestras vidas, las revistas terminan por acumularse con la misma facilidad con la que lo aprendido escapa de nuestro cerebro.

Pasan los tiempos de bonanza espiritual, cultural y sobre todo económica y el pobre científico (que fue) se encuentra en la terrible disyuntiva de enfrentar tres problemas de compleja solución:

1.- El auge alocado del precio de los carburantes, incluído por desgracia el del Gasóleo doméstico.

2.- La cada vez más cara adquisición de leña para la chimenea (objeto que, incomprensiblemente, tras varios miles de años acompañando, primero al mono y luego al Sapiens evolucionado, se ha convertido en extraño objeto de lujo)

3.- La acumulación de revistas que nadie quiere y que en muy pocas ocasiones, cuando no en ninguna, se volverán a consultar.

Y ante tanto dolor científico y ante tanta sinrazón económica, el científico (que fue) cae en la cuenta de que las revistas están elaboradas en un magnífico papel que, sin duda, tiene la extraña virtud de inflamarse y arder al contacto con la llama.

Y aquí, el ingenio del científico (que fue) supera al fotoperiodista (que será) y construye un último mojón en su camino científico. De ese modo, la ciencia, con su cúmulo de conocimiento y sabiduría "empapelada", prestará al científico (que fue) un último y magnífico servicio.

La ciencia que más calor da

Ante la pira funeraria donde yacen el Parnaso, el Ateneo, la Academia...el fotoperiodista (que será) rinde homenaje a tanta juntura de palabras, ante tantos vericuetos del saber, ante tanta y tan pesada calentura de la ignorancia y espera que el fuego dé valor a esos nuevos tocones de ciencia con los que alimentará, este invierno -extrañamente primaveral, pero gélido- su chimenea de "lujo".

Una última reflexión invade la mente del fotoperiodista (que será) mientras ve pasar la sombra del científico (que fue): "Si una chimenea (la mía) es un objeto de lujo...¿por qué tengo que estar quemando papeles para calentarme?". Pero no se preocupen: hasta las crisis más profundas pasan (y lo nuestro, como diría Machado, es pasar)

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